martes, 9 de noviembre de 2010

Valores en la Construcción de la Familia

Mucho se habla de la profunda crisis que sufre la familia, de la pérdida de los valores, de la importancia de la familia & la necesidad de recuperar los valores perdidos. 
No se puede cerrar los ojos al presente y buscar refugio en el pasado para vivir de acuerdo a principios que han perdido vigencia, como si creer en lo imposible convirtiera en realidad su contenido: la historia empuja siempre para adelante.
La desorientación puede convertirse en pesimismo y desalentar para cualquier construcción; sin embargo, percatados de los ricos materiales que ofrecen estos tiempos, aires tranquilizadores soplarán en nuestra dirección.

Ciertamente la hora actual  nos supera y perplejiza, lo que es natural porque estamos inmersos o insertos en el umbral de época,  en el gozne mismo del curso histórico que ocasiona un total cambio de paisaje. Es algo inédito teniendo soluciones viejas para resolver problemas nuevos.
La familia sufre la crisis, que es la crisis del sistema de valores vigente en una época que pasó, siendo otra la costumbre vital, con virtualidad suficiente para sustentar otra familia, más satisfactoria que aquélla que no pudo sobrevivir intacta al agotarse el modelo secular representado.
No se puede decir que todo esté perdido, muy por el contrario cómo va a decirse eso cuando hay valores, aunque sean otros; reglas de prioridad;  ideales en la dimensión personal y  metas colectivas con relación a la familia y a los valores, fluyendo en medio de un clima cultural diferente, informado por primera vez por una orientación fundamental que jerarquiza a la persona.
Los derechos humanos, que son hoy tendencia  universal admiten una
doble lectura: la del respeto a la persona como tal por parte del resto de la comunidad y  la de la propia capacidad, para hacerse cargo del correlativo deber que implican aquellos, con aptitud para ser el artífice de  una sociedad más apropiada.
Hace  falta  sí un cambio radical de postura, el que resulta factible en lo inmediato, en la medida en que no dejemos los problemas abandonados a su destino, ni que el desasosiego y la resignación nos ahoguen.
El Nuevo Humanismo ha de aportar las soluciones nuevas en respuesta al reto impuesto  conducente a un nuevo orden.
La propuesta para la familia del siglo XXI es la misma familia tradicional pero edificada sobre otras bases, más personales si se quiere. 

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