jueves, 11 de noviembre de 2010

LA SOCIEDAD

La sociedad humana se formó con la propia aparición del hombre. En la prehistoria la sociedad estaba organizada jerárquicamente, donde un jefe siempre era el más fuerte ,sabio del grupo, ocupando el poder. No fue hasta la época griega cuando esta tendencia absolutista del poder cambió, dando paso a un sistema social en el que los estamentos inferiores de la sociedad podían ocupar el poder o unirse para ocuparlo, la democracia, que originó la aparición de la política. Pero no fue hasta 1789 con la Revolución Francesa cuando se dio la tendencia de sociedad cambió radicalmente haciendo que cualquier persona pudiera subir a un estamento superior, algo imposible hasta aquella época.
El sistema social que predomina es el llamado capitalismo, dividiendo la sociedad en clases pero la única forma de ascender o descender socialmente es el dinero, considerado el poder. Este sistema esta heredado de la Revolución Francesa por la burguesía.




Las sociedades humanas, son unas entidades poblacionales, que considera los habitantes y su entorno, interrelacionado con un proyecto común, que les da una identidad de pertenencia. Asimismo, el término significa un grupo con lazos económicos, ideológicos y políticos.

Estas agrupaciones distintas deben tener una representación en un territorio, y un alto grado de acción social conjunta, en otro caso no pueden ser objeto de métodos sociológicos para su análisis.
La calidad de vida comparativamente alta es controversial pues tiene aspectos subjetivos en los términos de cómo es percibida por los sujetos.


Todos los respetos de que hemos hablado, mandamientos de la moral, significan un vaivén de influencia que se resume en que eterno principio. “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan. "
Así, el respeto de la propia persona obliga al respeto para el prójimo. El respeto a la propia familia obliga al respeto de los lazos familiares entre los demás.
El respeto al propio país lleva al respeto para los demás países. Y todo ello se suma en el respeto general de la sociedad humana.


Estos respetos conducen de la mano a lo que podemos llamar el respeto a la especie humana: amor a sus adelantos ya conquistados, amor a sus tradiciones y esperanzas de mejoramiento. Las tradiciones no deben confundirse con las meras cosas ya sucedidas, pues también suceden cosas malas. La moral enseña a distinguir las buenas: sólo éstas constituyen tradición respetable.
Las esperanzas de mejora humana no deben confundirse con las quimeras. Y aquí no es el criterio moral, sino la inteligencia y la cultura las que nos ayudan a distinguir. Esperar que al hombre le nazcan alas es absurdo. Pero ayudar al descubrimiento de la aviación o tener confianza en la ciencia que lo procuraba fue perfectamente legítimo.



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